Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Juguete que baila

Amo al trompo, mi fe pagana
y lo amo en lo prodigioso de su equilibrio
y en lo girostático de su vuelo
y amo sus vértigos y aun sus zumbidos
y sus órbitas tozudas de planetoide.
Viajero en su embriaguez
y ciego así, arrojándose absoluto
a su cadalso de tierra
con la serena ansiedad de su fertilización.

Tal como si clavadista
fatalmente se zambulle
contra la superficial rigidez de la corteza
y, dale que dale, hurga que te hurga
sin cejar, en su praxis la dificilísima.

Hay suicidio en su predestinación
en la fálica obsesión
por penetrar en la gloria
de un sin fin inalcanzable.

Y algo así como su canto, o algo así
como el abrazo ceñido con el que inicia su vuelo
algo así como un derroche de su elegancia
y un desprecio de la cuerda
es ese aceptar bailando lo diminuto del tiempo.
Algo así, una vez y otra, me unge de trompo.

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