Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

La última copa

«Prueba a volver a casa, pero la cerradura,
oxidada, no se abre.»

Joan Margarit

Se averiguaron, se conocieron
llegaron incluso a amarse, durante un tiempo
al menos algo
mas no alcanzaron a alzar la copa de la confluencia.
Consiguieron eso sí, entre entradas y salidas
el justo elenco de sucesores actores
que abren o cierran las cortinas de la escena
sin procurar auditorios ni aplausos.

Un buen día, de nuevo en nocturnidad
él se atrevió con un «me voy»
y la respuesta dolida fue el duelo:
«pues si te vas, te vas».
Tiempo después, daba él vueltas a la noria:
si me hubiera replicado su «no te vayas»
o un «vuelve pronto»
entonces, tal vez el lozano elenco... Aunque ya no, no.

En un similar buen día, daba ella pasos calcados
y la respuesta apagada fue el reto:
si yo hubiera respondido mi «no te vayas»
o un «vuelve pronto»
entonces, tal vez el frondoso elenco... Pero ya no, no.

Final de la obra desde el teatro de invierno
sin auditorio ni aplausos, se toma la última copa
se cierra lento el telón de la ternura
se apagan las candilejas y los resquicios.

O la versión anterior

Dulce el postrer abrazo

«Súbitamente, aquellas llaves
se han vuelto inanes.»

Xoan Leiceaga

Se quisieron, incluso mucho
pero nunca se atrevieron a lo imposible
la convergencia.
Se atrevieron eso sí, en medio de trapicheos
a la tópica cosecha de adorables herederos
que solo pueden correr las persianas
de los problemas.

Y un buen día, que una vez más era noche
él dijo: «¡Salgo!».
La réplica fue un ímpetu: «¡Si sales, de una vez vete!».
Años después, pensaba él:
«Si hubiera dicho cualquier no te vayas o un vuelve...
hubiera podido ser... nuestros vástagos...
¡qué tristeza el pero no

Y antes, no mucho, también un tiempo después
ella pensaba:
«Si hubiera dicho el no marches o el vuelve...
tal vez... nuestro pequeños...
¡qué amargura el aunque no

Cuando se apaga la luz de la memoria
cuando se sube el telón de la impaciencia
es el final de los dramas de invierno.

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