Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

¿Queda algo?

«Queda la ciudad final, /... /, nadie a quien preguntar.»

Joan Margarit

Si no disfruto ya más de la sal ni de la miel
ni del licor celestial
si no buceo ya más por mares rojos
si para ellas no soy más que hollín o niebla
si ni siquiera me incitan los tocados de las monjas
¿cómo es que me tienta aún el acné?

si ya se han roto mis cuerdas umbilicales
si ni siquiera me late la indiferencia
si ya ni navaja soy del desorden antigualla
si solamente me restan los sorbos limpios
si ya mi hogar es el pozo de los poemas lisiados
si ya ni tengo vergüenza de mis vergüenzas

si el cerebro y los pulmones ya se entregaron
si me ceden los jirones y ceja mi compañía
si la amorosa guadaña disculpando su insistencia
me exige cuentas: ¿cuánta impaciencia te queda?
si qué sé yo lo que me pueda quedar
ni tengo santo ni brujo ni nadie a quien preguntar:
¿quedaron especias menospreciadas por el camino?

Y abarrotado de espinas sigue lo mío:
¿me queda algún todavía para perder?

O la versión anterior

¿Qué me queda?

«Nunca me faltó Ella.
Estuvo siempre, para escribirle.»

Xoan Leiceaga

Si no disfruto ya de sus mieles, ni de mis sales
ni de aquel vino divino
si no me perturban ya los universos del celo
si ya ni el oro por inútil me interesa
si ya para ellas apenas humo o borroso
su juventud no me tienta —desesperanza—

si lo fraternal se escurre, ya sin sonrojo
desde aquello umbilical hacia lo roto
si ya crepitan las indiferencias
sobre aquel orden y este desorden
si ya no me queda más que una húmeda cabaña
en el pantano de mis desvalidos versos

si ya se entregan mis pulmones y el cerebro
si ceden ya mis jirones y cejan mis compañeros
si la cizalla ya no se disculpa de su insistencia
y me demanda ¿qué te queda de paciencia?
si no sé ya cuánto me queda
si estoy sin norte con nadie a quien escribir...

Si ya me inquiero: ¿Qué perdí por el camino?
E insisto: ¿Me quedan algos aún para perder?

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