Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Adoctrinamiento

Nosotros, negros hipernaturales, pensamos en lengua esquimal
nada en la usura, pasión nos falta para esa virtud
cuidamos de nuestra sal, incluso aunque ya esté dulce
sin fusil nos rebelamos contra el envenamiento
y entre témpanos hiberna la fiebre de nuestros labios golosos /
por la terrible abertura de la inocencia, se nos cuela lo fatal.

Ellos, los ventajistas, son dignos representantes del buitre búho
de esa diestra miopía que caza ciegos baratos, mejor de buen ver
que actúa sola, o con equipo, o en convento autoritario
son los no–seres, que sumidos a otro alabo, se alaban, humildes
os ofrecen sus servicios, no carnívoros o sí, en su efectivo metal
aunque ellos en su jardín, incluso al sol, relamen su vampirismo
no piensan en tentaciones honestas – meditan, dicen
son teólogos de cripta, armados de su verdad – no la meditan
instalan varas que emplean sin vacilar – en meditando
os amenazan, o con nos o contra vos – en habiendo meditado
se relajan en el odio – que no sabe ni tolera meditar
en esas altas alturas, la savia está en el bastón de domar
y la salpican con bledo sobre sus mejores piezas, domesticadas /
de inmutable color fin, brindan con muerte a la vida.

Y los románticos de ellos, desenterados de las evidencias
como morfinas que nutren la madurez del glaucoma
que hacen como que meditan, mas su marea no sube ni baja
humillan teóricos la buena vida, después de usarla
se envenenan de pureza cuando calzan su armadura
y, al bajar de los azules, se acuestan y excitan amarillentos /
¡oh hábitos vacunados hacia la peste de vuestra salud!

Todas las cosas que cuentas, las ves, las ves en su oscuridad
la culpa de que sus labios te besen, reside en tus ojos lince.

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