Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Arenga

Ampliemos nuestro dominio, ¡nuestros dominios!
urge una nueva cruzada, abandonemos la nulidad de la paz
condenémoslos, que mastiquen nuestro credo, ¡esos niñatos!
¡topillos!, podémosles los orgasmos, hundamos su crecimiento
no corramos el peligro de aborregarnos, de malograrnos
despedazarnos entre nosotros /

pasmados, relajados en exceso, no amedrentamos
pues ya no somos figuras sino apenas figurines
santos cebados, expiramos en la siesta de santa copiosidad
sufrimos sin que ellos sufran, respetamos su ignorancia
aun disculpamos su incapacidad para aceptar la esclavitud /
ahoguemos nuestra calma con oraciones hostiles
activemos el rodillo, abramos las cataratas de la prepotencia
hiramos, sin piedad ante el dolor, ni ante la sangre
conquistémoslos traseros, ¡cernicalillos, precisan de amos! /
quemémoslos en la cruz, luego en la hoguera
domémosles sus insanas costumbres, castremos su austeridad
hasta que ingieran su carne y su sangre
humillémosles sus signos, y delante de sus hijos /
es nuestra higiene, ¡la higiene!, ¡nuestra santísima higiene!

Esos ratones se fugan a la bondad, devoción de los difuntos
son agua y pan, insoportables en su mansedumbre
raza sin raza, soportadores expertos de las torturas
con sus jóvenes ya ancianos, son los píos de la paz /
usurpémoslas a esas bandadas enfermas
marchitémoslas con la instrucción de nuestro culto vergajo
mantengámoslas domesticadas en nuestro redil /
y al fin higiene, nuestra higiene, ¡la higiene de la certeza!

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