Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

13:29 27/06/2015

¿Es la virtud inocente?

Para evitar dispersarse, es suficiente con vivir al tanto
de tres migajas de nada, que severas ajustician a lo banal...

— Cuestión primera: la virtud que se predica desde un palacio, es falsa
inevitablemente interesada, una simiente de la sumisión.

— Cuestión segunda: es feo lo bello del fanatismo, mata la superación
impide indagar, impide encontrar lo nuevo, lo que es tuétano:
el alba de cada día, el don de la sencillez, los detalles despreciados.

— Cuestión tercera: la virtud del histórico suicida es un natural fracaso
un óbito que seduce al pipiolo, el que confunde la savia y los frutos
y al engolado, el que deglute «solo mi padre se mata por mí»
y a los que comen sin masticar, sin advertir la señal de arenisca:
todos hundidos, expertos en nutrición de sus propios bubones.

... en las cosillas se puede hurgar, sin riesgo de disiparse
con cosillas derivadas, como son, o me parecen, ciertos acasos...

— ¿es bastante perseguir a un sectarismo, para otorgarle honorabilidad?
— ¿que alguien entregue la vida a su causa, da más rigor a la causa?
— ¿se podría refutar una causa, sumergiéndola con celo en la nieve?
— o ¿que alguien, mustia su causa se ofrezca, o por su padre o por ti?
— ¿y al teólogo, lo podremos refutar también así, con mimo frío?
— ¿los que confunden amar con follar, son ineptos o falsarios?
— ¿los disfraces de honorable, transmutan los yerros en seducción?
— o, ¿es la sangre el contundente testigo, de la verdad, o la mentira?

... o creeréis, doctos doctores, que ajusticiar es virtud, rol empírico
que justifica seguir adelante, con el fracaso de tantas victorias?

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