Escalando al acatamiento
Las baratarias corren hoy, como conejos, a vaciarse de sí
cobayas irresolutos, pasmados, sin amistad a sí mismos
su orgasmo es masturbación y su placer de probeta
sus amuletos no son ya los propios, los buscan en otro azul
de su águila apenas queda, manoseado, el maquillaje
polvo es su sed de volar y néctar su sumisión
impertérrita la curia, y minuciosa, recoge–recuenta–archiva
la caterva de borregos, que arrodillados no saben ni saben saber
y el historiador anota, celoso, lo que otros párpados ocultarán
los poderosos se fueron, y van, a ser las ratas del lobo actual
huyeron, es su costumbre, a otras cloacas y enredaderas
y allá se entregan, sicarios, a los efluvios de nuevas piraterías
rodillas exageradas bajo el siguiente caudillo, que ya es sus ojos
los feudos son hoy así, especialistas, fogosos en odiarse a sí
en domar desde sus fosas, con el afán de castrar la amistad.
Nosotros aún sabemos, que su rapaz es un reloj de asustar
no una piraña de dientes sagaces, que se venga triturando
no sus golosos polluelos, engordados con grasa del prójimo
sí un búho rey, que nos ojea, que amenazando nos caza
y nos regala el gel sucio de la esperanza.