Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Incomprensiones

«Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo.
Nadie me habla, el frío de la soledad me estremece.»

Friedrich Nietzsche

Miradlos a nuestros otros, acurrucándose allá en su glaciar
pacíficamente atacan, desde su vientre, las indecencias
encaran el excremento, y mugrientos lo mastican, y lo comparten
presumen de mente limpia, y andan a vueltas en torno al pecado
salen al frío, no buscan el sufrimiento pero tampoco le escapan
y los dolores los penan en el plasma del silencio
también se entienden, perfectamente, con la infamia del instinto
y eluden los compromisos: y así de grotescos sus matrimonios /
son caricatos rapaces, fantoches sin qué ni dónde
se confiesan entre sí, pues solamente confían en ellos mismos
no en los dioses ni en sus lunas, ni en el sol de los demonios
salvajes que no se exhiben, nunca en contra ni a favor.

Mirad qué atrevidos son, fijaos qué manifiestan, festivos:
«¿verdades?: lo pernicioso», «¿la fe?: comercio con las ovejas»
y aún rezongan: «¡menudo foso de sangre llena el fortín de la fe!»
y se reafirman: «de carne y hueso ha de ser lo sublime»
y más: «¡ay alimañas sagradas, odiadores de los pulsos y del calor!».

Son presunción de sabiondos, cínica es su obscenidad
presumen de que la fe no vive más que en la duda
presumen de que la idea de culpa no es sino la perversión
presumen de repudiar las vilezas teologales
presumen de sonreír sobre nuestro más allá: «¡si miente aquí!»
y no debaten, y lo sabemos, de qué ruindades estamos ufanos.

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