Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Preces

¿Cómo Tú que todo puedes, tan Presidente, permites tanto?
otra pregunta en el saco de obviedades sin respuesta
— Solo la luz del espanto las ofrece contundentes
por mucho que ¡Sacrilegio!, recen los envenenados con fe.

¿Cómo Tú ilocalizable, asexuado y sin mujer, gestas un Hijo?
y disfrutas con la idea de someterlo y entregarlo a una cruz
a esa muerte innatural, que dicen insufla vida en el débil
y le promete, vomitarás los helmintos y tu ceniza revivirá
y el borrar de los pecados, aun esos que nadie quiere borrar
pero que pocos eluden, a oscuras claro, por ser salud incurable.

¿Por qué hay que tragar discursos más cortantes que el del sílex?
— los de las masacres pías, contra mansos paganismos
y ejecutadas por hijos de ufanos de la matanza anterior
— los amenazantes contra otras matrias, como si hubiera más de una
— los insolentes, la bendición de matar y el desorden imperial
— los humillantes, que desprecian sangres y elogian tumbas.

¿A qué masajes en el cerebro con las manos ensuciadas?
— alimentos putrefactos, para los bellos durmientes
— náuseas que no provocan náusea, sino endémico delirio
— medicamentos que embotan la savia, de las neuronas
— drogas rabiosas para disfrutar, con anticipos de balde
— placebos muy eficaces, estimulantes de la sumisión.

Mediáticos graderíos, fiel anestesia, para los santos varones.
Cadalso eterno a quien dude, de Nuestra suma bondad.

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