Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

Infinita la vigilia

Estirándome, virgencita del martirio
santísima madre de los inciensos
estirándome, sigiloso en mis insomnios
se me aproxima tu altar, de los favores.
Me aleja: del fin, el brillo de tu ascensión.

Tus labios, dulcísimos, me regocijan
con el murmullo de tu río gregoriano
me ofrendan esa humedad bendecida
y me susurran santo y seña de tu cielo.
Me acerco: me frota la fascinación.

Me coronas de laurel, me revelas
los arcanos escondidos en tu cauce
me sosiegas con su masaje ondulado
y píamente me frotas con las espumas.
Me acerco más: me roza ya la esperanza.

Acaricias suavemente mis labios
con las yemas milagrosas de tus índices
y no me suplicas oros, me exiges nada
me inmolas sin inmolar, acariciando.
Penetro: es mi postrera esperanza.

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