Partitura mía [xvii]: Caribeña
Arrincona de una vez a tus reservas
retuerce ese trapo sucio del estandarte
que te tapona /
escucha, atentamente, lo que impongo dulcemente
y presiona tu botón de la luz verde /
ya inocúlame tu alcaloide consagrado
guíame liebre por los buqués de tus hados
y yo, morosamente, te yantaré
con la excelsa vaselina del arte de profanar.
En repetirte persiste cada jornada
sin que jamás te repitas
y atrévete a lo levitante impío /
pupila al fin ya lánzate, y ábrete extrema
encaja tu baile blanco con lo mío tenebroso
y, hacia lo crudo mayor de este cielo
yergue las piernas.
Ya lucirás si procede, ante el público, tu apocamiento
pero ante mí, luce la rumba que llevas dentro escondida /
y ensámblala con las nubes de nuestro suelo
o en arqueando tu hamaca
o en ese equilibrio sabio de tu lecho vacilante /
Y más aún, entrégamelo
compártemelo, y lucha para su cronicidad
como guerrera, la más satisfecha de mis cruzadas.