Xoán Leiceaga Baltar

POESÍA

REFLEXIÓN

Esta sección se me ocurrió para poder disponer de un espacio complementario a OBRA y CALA pero más flexible — abierto a los lectores, p.ej.—, aunque siempre orientado a «la poesía y lo poético», y, más en concreto, a aspectos como su sentido, la valoración de su calidad, las aproximaciones a poetas y poemas y a un amplio continuo de buenas ideas (entrevistas, ensayos sobre las diferentes manifestaciones artísticas, etc.). Se debe entender que, naturalmente, los conceptos de poesía y poeta son para mí hermanos de magia del arte y el artista y por ello tienen cómoda acogida en REFLEXIÓN, que este mes reinicia el abecedario.

[Ver más en VIDA y SAL / SALudo]

Reflexión 1

Abecedario de escritores – Letra A

  1. Altolaguirre Bolín, Manuel (Poeta) (Málaga, España, 1905-1959)
    1) «¡Qué música del tacto / las caricias contigo! / ¡Qué acordes tan profundos! / ¡Qué escalas de ternuras, / de durezas, de goces!».
    2) «Y dudo de mi vida, / temo ser un rescoldo, / entre tantas miserias / que ni siquiera existen».
  2. Amado, Jorge (Escritor) (Bahía, Brasil, 1912-2001)
    «Andaba por Roma, en el curso de un encuentro internacional de escritores brasileños, y me encontré de bruces con un enorme retrato mío, con esta inscripción sobresaliente: «Jorge Amado, el mejor escritor de Brasil». Cien metros más adelante, Amado se topó con un retrato de iguales dimensiones de su paisano y colega Joâo Ubaldo Ribeiro. «Joâo Ubaldo Ribeiro, el mejor escritor de Brasil». Y constató Amado: «Y durante cien metros fui el mejor escritor de Brasil».
  3. Ammons, Archie R. (Poeta) (Carolina del Norte, EEUU, 1926-2201)
    1) «Un poema, uno sólo, puede cimentar la fama de un poeta... Cada poeta, pues, tiene que tener un poema como mínimo, y luego puede dedicarse a publicar una treintena de libros».
    2) ('Viejo chiflado'): «La forma / más rápida / de / cambiar // al / mundo es // gustarle / a uno / tal / como / está».
  4. Andreu, Blanca (Poeta) (A Coruña, Galicia, 1959)
    1) «Un poema está verdaderamente bien escrito cuando tiene nivel de exaltación e intensidad. Vive, respira y camina. Te altera la realidad».
    2) «¿Qué busco cuando escribo? La belleza interior, los sentimientos dignos de ser puestos por escrito, lo que no se ve en el exterior. El poema no tiene que contar sino darte y eso es lo que hace la gran poesía. No te cuenta un sentimiento amoroso. Los poemas los habitas».
  5. Andrade, Eugénio de (Poeta) (Beira Baixa, Portugal, 1923-2005)
    1) ('Lugares de lumbres'): «... llama que sube / y baja hasta ser incendio / de amor a ras de suelo».
    2) (Id.): «Las cigarras, / la brusca ronquera de la cal, / el sordo reventar de los cardos, todo lo que hace al verano alzarse hacia lo alto / ha llegado a su fin. // El frío, su tela blanca, / recuérdalo, no tardará».
    3) «Camina sílaba a sílaba / como la fuente / que sólo se detiene en la boca del cántaro».
  6. Apollinaire, Guillaume (Poeta) (Roma 1880, París 1918)
    «Trato de renovar la voz de la poesía, pero manteniendo sus ritmos clásicos. Tengo derecho a hacerlo porque nunca he abandonado el ritmo, que está en la base de todos mis poemas y constituye su armadura».
  7. Aridjis, Homero (Poeta) (Michoacán, México,1940)
    «Se dice que los escritores desayunan egos revueltos. Primero yo, y después yo, una comida suculenta y repetitiva. Es consecuencia de la soledad en la que escriben, pero es también de la necesidad de un espejo, y el espejo que más a mano se tiene es el propio. Antes que ningún otro, el espejo propio».
  8. Aristóteles (Filósofo) (Estagira, Grecia, 384-322 a.C.)
    «Los hombres que se ha distinguido en la filosofía, el arte o la ciencia, han sido tristes. El talento tiene, pues, un precio».
  9. Atencia García, María Victoria (Poeta) (Málaga, España, 1931)
    1) «Me he adentrado en el mundo de los poemas por amor a la belleza y a la lectura. Lo que he escrito lo he vivido y sentido, no hay nada de artificio. La poesía y la grandeza del poema forman parte de mi propia existencia».
    2) «La poesía se escribe de lejos, a través de muchas generaciones, pasa por ti y desemboca en otros. En ese camino hay que tener las manos abiertas y recoger lo más posible».
  10. Atxaga, Bernardo (Poeta) (Asteasu, Guipúzcoa, 1951)
    1) (Entrevista 2009): «A veces no hay más remedio que poner distancia... Hice mio un poema de Kavafis sobre cómo, inconscientemente, acabamos por construir cárceles a nuestro alrededor. La vida de todos los días se convierte en una prisión, prisionero de tus opiniones, tus humores, la sociedad, las noticias de los medios... Siempre que viajo lo hago para romper: Aislado no hay posibilidad de despiste, estás tú, el texto y los fantasmas».
    2) «Así mueren / las palabras antiguas / ... / como copos de nieve / que tras dudar en el aire / caen al suelo / sin un lamento. / Debería decir callando».
  11. Avilés de Taramancos, Antón (Poeta) (Noia, Galiza, 1935-1992)
    «Llegar a hacer un buen verso debería ser la máxima ambición de un poeta».
  12. Ayala García-D, Francisco (Pensador) (Granada, España, 1906-2009)
    1) ('Recuerdos y olvidos'): «La biografía de un escritor consiste en sus escritos».
    2) (Entrevista 2006): «En el exilio no me he sentido nunca extranjero, ni en España patriota».

Reflexión 2

ABECÉ de MUJERES POETAS – Letra A

Anna Ajmátova

ANNA AJMÁTOVA - Vida y poema Requiem

(Odessa, Ucrania, 1889–Moscú, Rusia, 1966)

Reflexión 2

Con la primera versión de la sección Reflexión-2, continente y contenido, he procurado ser prudente — limitadamente, pues no veo oportuno en poesía el exceso de prudencia—, para evitar desorientar a los improbables lectores con cambios muy seguidos o bruscos. Así, estuve una buena temporada trabajando sobre entrevistas que me llamaban la atención entre personajes de la poesía o del arte en general; después me surgió una especie de euforia —nada repentina, por cierto— del maestro poeta Gamoneda, al cual dediqué un gustoso esfuerzo (y desentonar lo menos posible con su sabiduría) al respecto de su sublime poema largo Descripción de la mentira. Y ahí sigue la doble colección completa bajo el botón pulsable de Ir a reflexiones anteriores.

Creo, ahora, que ya es el momento de hacer un nuevo derrotero, esta vez de más larga duración —si mi cuerpo aguanta—, y siguiendo una vía semejante a la que viene indicando la sección Reflexión-1, la del abecedario. Por otro lado, mi corazoncito me viene reclamando hace tiempo una complementaria dedicación a la mujer —la mujer poeta— que ayude a corregir los abundantes defectos históricos y, a la vez, me sirva para reconocerles su general valía y sus aportaciones en este campo de la creación; y, naturalmente, sirva de agradecimiento especial a mis lectoras, que asombrosamente son más de una.

Esa es la razón de que el 1 de julio de 2012 aparezca, como Reflexión-2, el ABECÉ de Mujeres Poetas comenzando por la letra A, siendo míos la selección y los comentarios. He estudiado una buena lista de apellidos A y al fin me he decidido a comenzar por la rusa Anna Ajmátova, poeta del s. XX, sobre todo por su calidad pero también por haber pasado por todas las etapas del sufrimiento, personal y político. He elegido su poema Requiem, seguramente el más famoso y largo aunque no demasiado, escrito a lo largo de varios años desde el recuerdo ardiente de su hijo.

Fuente: Internet (esp. «letrascontraletras.blogspot.com.es», «es.scribd.com»)
Selección y comentarios: Xoán A. Leiceaga Baltar

Vida de Anna Ajmátova

Anna Andréievna Ajmátova, nacida Anna Andréievna Gorenko, poeta rusa en una noble familia de origen tártaro; estudió latín, historia y literatura en Kiev y en San Petersburgo y fue lectora incansable —leía en sus lenguas originales a Baudelaire, Dante, Horacio y Shakespeare—. Anna contrajo matrimonio en 1910 con el también poeta Nikolái Gumilev, el cual fue fusilado en 1921 acusado de participar en un complot anti bolchevique. A partir de esto y dada la situación política de su país, Anna se vio obligada a un largo período de silencio (1922-1940), además de sufrir muy de cerca la represión, pues durante los años treinta gran parte de sus familiares y amigos fueron encarcelados y, a veces, ejecutados, entre ellos su hijo y su segundo marido; ella misma fue acusada de traición y deportada. En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial pudo volver a publicar, pero en 1946 de nuevo fueron prohibidos sus escritos por subversivos.

No fue hasta la muerte de Stalin cuando Anna Ajmátova pudo recobrar sus derechos y asistir a la revalorización de su poesía. Su producción poética se caracteriza sobre todo por el lirismo, matizado por circunstancias como las aberraciones de origen político, el dolor causado por las guerras o la serenidad de sus últimos años. Representante destacada del acmeísmo, movimiento literario ruso, próximo a temas populares y alejado del simbolismo. El año 1940 marca el inicio de su madurez poética, termina su poema Requiem, su obra más alabada, resultado de las largas colas de espera para poder ver a su hijo en la cárcel y de oír las historias de otras madres, que fue publicada en 1963. Fue asimismo autora de varios ensayos sobre A. Pushkin y de numerosas traducciones. En 1965 fue nombrada Doctor Honoris Causa por la Universidad de Oxford y, actualmente, se la considera una de las mejores poetas del siglo XX.

Obra poética de Anna Ajmátova

La tarde (Vécher, 1912) / El rosario (Chyotki, 1914) / Junto al mar (U sámogo mórya, 1914) / La bandada blanca (Bélaya staya, 1917) / El llantén(Podorózhnik, 1921) / Anno Domini MLMXXI (1922) / Requiem (1935-1940) / Sauce (Iva o Trostnik, 1940) / Kitezhanka (Putyóm vseyá zemlí, 1940) / Trianon ruso (Russki trianón, 1923-1941) / Poema sin héroe (Poema bez gueróya, 1940-1965) / El correr del tiempo (Beg vrémeni, 1909-1965)..

Poema REQUIEM

Requiem

No, no estaba bajo un firmamento extraño,
ni bajo la protección de extrañas alas,
estaba entonces entre mi pueblo
allí donde mi pueblo, por desgracia estaba.

(1961)

En vez de prefacio

En los terribles años de Yezhov pasé diecisiete meses en las colas de las cárceles de Leningrado. En una ocasión, alguien, de alguna manera, me reconoció. Entonces unamujer que estaba a mis espaldas, con su frío azul en los labios, y que, evidentemente, nunca había escuchado mi nombre, despertó del aturdimiento en que estábamos y me preguntó al oído (allí todas hablábamos en voz muy baja):
—Y esto, ¿puede escribirlo?
Y yo le dije: —Puedo.
Entonces algo parecido a una sonrisa
asomó por lo que antes había sido su rostro.

(1 de Abril de 1957, Leningrado)

Dedicatoria

Ante esta desgracia se inclinan las montañas
y no fluye impetuoso el río;
pero son sólidos los cerrojos de la prisión
y tras ellos están las mazmorras de los presos
y la pena mortal.
Para algunos sopla suave la brisa,
para algunos es caricia el ocaso:
nosotras nada sabemos,
nos repetimos por todas partes
y sólo oímos el tañido odioso de las llaves
y los pesados pasos del soldado.
Nos levantábamos como para la misa del alba
y caminábamos por la ciudad salvaje,
y allí nos encontrábamos, con poco aliento,
con el sol cayendo y el Neva nublado
pero la esperanza siempre repicando lejos.
La sentencia... repentinas lágrimas,
ella apartándose de todas
como si un dolor arranca el corazón de su vida,
como si brutales la abaten por la espalda.
Pero camina... se tambalea... desolada...
¿Dónde están ahora mis amigas casuales
y la rabia de mis dos años?
¿Qué escucharán en la tormenta de nieve siberiana,
qué imaginarán en el círculo lunar?
A ellas envío mi saludo y mi despedida.

(Marzo, 1940)

Introducción

Sucedió cuando sólo el muerto sonreía
en el sosiego de su paz
y cuando, como un apéndice inútil,
Leningrado colgaba de sus cárceles.

Y cuando, locos del tormento,
caminaban en grupo los condenados
y los zumbidos de las locomotoras
silbaban breves cantos de despedida.

La inocente Rusia se retorcía de dolor
y las estrellas de la muerte se nos erguían
bajo las botas manchadas de sangre
y las ruedas de los furgones negros.

1
Al alba se te llevaron,
tras de ti fui como a un entierro.
En la cámara oscura lloraban los niños
y ante la imagen sagrada se derretía la vela.

En tus labios estaba el icono del frío
y en tus cejas el sudor mortal... ¡No puedo olvidarlo!
Como las viudas de los Streltsy*
aullaré bajo las torres del Kremlin.

(Noviembre, 1935, Moscú)
* Policía de élite: se rebeló y fue ejecutada.

2
Fluye apacible el Don* apacible,
la luna entra amarilla en la casa.

Entra con gorra ladeada,
la luna amarilla ve una sombra.

Esta mujer está enferma,
esta mujer está sola.

Su marido está en la tumba, su hijo en la cárcel.
Rogad por mí.

* Río que simboliza la resignación rusa.

3
No, no soy yo, es otra la que sufre.
Yo no podría soportarlo.
Que un velo negro cubra lo ocurrido,
y que se lleven las linternas... Noche.

(1938)

4
¡Si te hubiera dicho a ti, la jovial,
la adorada de todos tus amigos,
la alegre pecadora de Zárskoe Seló*,
lo que sucedería con tu vida!
Cómo, entre trescientas, con tu paquete
harías cola ante Las Cruces**,
y cómo fundirían tus lágrimas ardientes
el hielo del año nuevo.
Allí, el álamo de la prisión se balancea
y nada se oye. ¡Y cuántas
vidas inocentes ahí se acaban!

* Residencia de los zares cerca de Leningrado.
** Cárcel política de Leningrado.

5
Diecisiete meses van que grito,
que te llamo a casa,
que me arrojo a los pies del verdugo:
hijo mío, mi horror.
Todo se ha enturbiado para siempre
y no alcanzo ya a distinguir
quién es la bestia, quién la persona,
ni cuánto aún queda para la ejecución.
Sólo hay flores cubiertas de polvo,
el titilar del incienso,
y huellas en algún sitio de la nada.
Una inmensa estrella*
me mira fijamente a los ojos
y me amenaza con una muerte cercana.

(1939)
* Alusión a un pasaje de "El idiota" de Dostoievski.

6
Las semanas vuelan
lo sucedido no lo comprendo.
¿Cómo a ti, hijo, te atraparon
las noches blancas* de la cárcel?
¿Y cómo de nuevo te atrapan
con su agudo ojo de halcón?
¿Cómo de tu alta cruz
y de tu muerte, hablan?

(Primavera , 1939)
* 23-34 junio, noche con sol en S. Petersburgo.

7
Y cayó como una piedra la palabra
sobre mi pecho todavía vivo.
No importa. Estaba pronta,
de alguna forma lo afrontaría.
Tengo que hacer antes muchas cosas:
he de matar la memoria,
he de petrificar el alma,
he de aprender de nuevo la vida.
O si no... El caluroso susurro del verano
celebra su fiesta ante mi ventana:
mucho tiempo hace que presentía
este día luminoso en la casa vacía.

(22 junio 1939) - Casa Fontanny

8. A la muerte
Si has de venir, ¿por qué no ya?
Te espero. ¡Qué mal me siento!
He apagado la luz y te he abierto la puerta,
a ti, tan sencilla y asombrosa prenda.
Viste el aspecto que quieras,
penetra como bala envenenada
o como un experto ladrón, furtivamente,
o con el vaho venenoso del tifus.
O con un cuento de hadas que has inventado,
conocido hasta la náusea,
para que yo vea la punta del gorro azul*
y al portero, palidez de aterrorizada.
Todo me da igual ahora.
Humea el Yenisei, resplandece la estrella polar
y el último horror
vela el brillo añil de los ojos amados.

(19 agosto 1939) - Casa Fontanny
* Color de los gorros de la policía.política.

9
Ya la locura cubre,
con sus alas, la mitad de mi alma,
ya le ofrece su vino de fuego
y la succiona hacia el valle negro.

He comprendido que debo
a ella ceder la victoria,
atendiendo a mi propio delirio
como si fuera uno ajeno.

Ella no me va a permitir
llevar conmigo nada,
por mucho que yo suplique
o la importune con mi plegaria:

ni los terribles ojos del hijo,
petrificados de sufrimiento,
ni el día en que llegó la tormenta,
ni el fin de las horas de visitar la cárcel,

ni la frescura suave de sus manos,
ni la sombra temblorosa de los tilos,
ni el lejano y apagado sonido
de las últimas palabras de consuelo.

(4 de mayo 1940) - Casa Fontanny

10. Crucifixión

No llores más por mí, Madre.
En el sepulcro estoy.

I
Un coro de ángeles glorificó la gran hora
y los cielos se fundieron en el fuego.
Al Padre dijo: “¿Por qué me has abandonado?”.
Y a la Madre: “¡No llores más por mí!”.

(1940) - Casa Fontanny

II
Magdalena se retorcía y lloraba,
hecho piedra el amado discípulo.
Pero allí, donde en silencio la Madre estaba,
nadie se atrevió a una mirada.

(1940) - Casa Fontanny

Epílogo

I
Ahora sé cómo se diluye un rostro,
cómo bajo los párpados anida el miedo,
cómo el sufrimiento marca en las mejillas
rudas páginas cuneiformes.
Cómo unos rizos negros o cenicientos
de repente aparecen plateados,
la sonrisa se marchita en los labios obedientes
y en las risas secas retiembla el pavor.
No solamente rezo por mí
sino por quienes conmigo allí agonizaron,
en aquel frío feroz del infierno de julio*,
en los ciegos muros del color rojo.

* Julio 1938, época del mayor terror en Rusia.

II
De nuevo se arrima la hora del recuerdo.
Os veo, os oigo, os siento:

a aquella que apenas pudo alcanzar la ventana,
a la que su tierra natal no pisaba,

a la que agitando su hermosa cabeza
dijo: “Vengo aquí, como si fuera a mi casa”.

Quisiera llamar por su nombre a todas,
mas confiscaron la lista y no se puede encontrar.

He tejido para ellas un vasto sudario
con las humildes palabras que les escuché.

De ellas me acuerdo siempre, por doquier,
y para otra desgracia no las olvidaré,

y si amordazaran mi atormentada garganta,
por la que gritan cien millones de vidas,

que me recuerden y rueguen por mí
en la ceremonia de mis funerales.

Y si alguna vez este país decide
erigirme un monumento,

doy mi venia a ese honor
mas pongo una condición, que no lo erijan

junto al mar donde nací
—se han roto mis últimos lazos con él—,

ni en el jardín de los zares, junto al árbol caído,
donde una sombra inconsolable me busca,

sino aquí, donde pasé trescientas horas de pie
sin que me abrieran jamás los cerrojos.

Porque en la bienaventura de mi muerte
temo olvidar el fragor de aquellos furgones negros,

olvidar el chirrido de la puerta odiada
y el aullar de aquella anciana bestia herida.

Y ojalá que de mis inertes párpados de bronce
fluyan las lágrimas como la nieve derretida,

que la paloma de la cárcel arrulle a lo lejos
y que en silencio naveguen los barcos por el Neva.

(marzo 1940) - Casa Fontanny

FIN del poema Requiem

Xoán A. Leiceaga Baltar, julio de 2012